Jeoūx.
Categorías:
Futurista (Supuestos) y Corto (Dimensiones).
Este cuento pertenece al libro: Costa de las maravillas.
Jeoūx. ¿Un videojuego, deporte o una simple actividad lúdica de infantes?
Una recreación que ha cambiado la moda y es diferente a los anteriores. Pretende romper con el estereotipo de un entretenimiento para ociosos o para holgazanes que nunca hacen ejercicio, pero sin meterse en el ámbito de entrenamiento corporal.
Lo definen como una mezcla de actividad física que se puede hacer en solitario o grupal y que incluye inteligencia artificial. En palabras de los creadores, «es un videojuego en la vida real que hace que nos paremos a hacer ejercicio», quien más reclama esta premisa es Alberto Narzo, uno de los principales desarrolladores.
No es tan fácil de jugar, especialmente porque sus requerimientos son únicos.
Es necesario ir a un sitio especial, no se puede hacer uso de la experiencia en un lugar privado. Se trata de un almacén con varias estanterías y objetos apilados, como si fuera una bodega de algún mercado. Dependiendo de la dificultad, cambia la extensión y cantidad de elementos.
En segundo lugar, el precio es elevado. Supuestamente porque la inteligencia artificial del producto es muy avanzada y no es, para nada, barata de crear. Así que para interactuar con ella se requiere desembolsar de manera generosa.
¿No estás en condiciones de hacer ejercicio? Pues este juego no es para ti, a no ser que quieras ir lentamente y sin prisa. Afortunadamente esto se puede hacer, aunque parezca absurdo, han pensado en ese detalle. La gente se puede pasear indefinidamente por los almacenes. La dificultad irá disminuyendo conforme el mecanismo especializado lo identifique en la fatiga del usuario, es decir, si ya no puedes más, solo tienes que rendirte y el objetivo será tan sencillo como estirar una mano.
Es muy difícil de describir el proceso que utilizaron para hacer esto posible, pero no hay excusas para decir que estás cansado y no puedes hacer ejercicio, si eres de los «holgazanes», la dificultad se acoplará a tu actitud. Si, por el contrario, lo tuyo es correr y perseguir al más puro estilo de policías y ladrones de los infantes, esto activará tu adrenalina y el tiempo volará sin siquiera notarlo.
¿Lo recomendamos?, bien, tiene sus desventajas que son el precio y la ubicación. Necesitas salir a otro lugar para hacer uso del videojuego y pagar una buena cantidad. Bien, no cualquiera lo puede aceptar.
Dejando a un lado esos dos aspectos, dependerá de los gustos de cada uno. Hay algunos que no disfrutan del evento de buscar algo que se esconde, menos si es medianamente inteligente y juega de acuerdo con tus posibilidades; pero, suponiendo que estás leyendo esta revista dedicada a los nuevos números de videojuegos, seguro que tendrás una maravillosa experiencia haciendo uso del Jeoūx.
Para mejorar la expectativa del usuario, los niveles se pueden personalizar. Son tan amplias las opciones que se vuelven casi ilimitadas las posibilidades. Uno es capaz de optar por el cronometraje, terror, pasividad, nivel de edad, capacidad de usuario, características del ambiente, forma del Jeoūx, colores, brillos y sonidos, entre otros aspectos más, es algo increíble.
Aquellos que todavía no estén familiarizados con el conocido mundialmente «Jeoūx», se los explicamos. No sin antes permitirnos el uso del término lúdico de «novatos», así que, vamos para allá «directo al Jeoūx», como dice el internacional crítico de videojuegos e historiador, Oscar Petro.
No hay mejor forma de explicar una situación que viviéndola.
Entramos al almacén. Éramos un grupo de cuatro personas, habíamos seleccionado un espacio grande, con pocos objetos y no tan tétrico. Nuestro Jeoūx era una versión conejo robótico color café, con muchos pelos, como lo decidió nuestra compañera, otro de sus atributos es que se movía como si tuviera ruedas, siempre pegado al suelo, pero con capacidad de trepar los estantes, eso fue elegido por el técnico de nuestra revista. Por mi parte, decidí que tuviera un foco rojo en la espalda y que hiciera ruido cuando nos acercáramos a él, como si fuera una presa huyendo de sus predadores, ya saben, para facilitar el trabajo y hacerlo más entretenido.
Lo primero que hicimos fue encender la luz y ver como cerraban la cortina a nuestras espaldas. El juego había comenzado.
Al final del pasillo que teníamos enfrente, una caja se cayó y vimos correr al gran lagomorfo hacia la izquierda, alejándose rápidamente de nuestras miradas incrédulas. Personalmente creí que iba a tardar más hacer contacto visual con él, me desanimé un poco, pero al mismo tiempo me entró un instinto de persecución muy intenso. Casi de inmediato te llega la adrenalina y comienzas la travesía sin siquiera pensar en ello, es un juego psicológico muy bueno.
Nos dividimos para hacer la tarea más fácil y rápida. A mí me tocó el pasillo de la derecha del todo. Íbamos a ir acercándonos cada vez más hacia el centro, atentos de los ruidos y luces que emitiera nuestro Jeoūx.
Sentí que sería algo muy rápido y que se acabaría antes de que me diera cuenta. Oh, que equivocado estaba, pero no por eso no disfruté del encuentro, en todo momento estuve divertido y nunca me cansé.
Lo escuchaba constantemente, se movía a toda velocidad, podría jurar que era más rápido que nosotros.
Buscábamos acorralarlo para evitar que siguiera huyendo, puesto que el espacio era reducido y el lagomorfo robótico muy escurridizo.
Yo no lo veía, pero podía percibir como se iban cayendo las cajas a su paso, tirando toda clase de materiales que nos entorpecían el paso. Y eso que elegimos un almacén con pocos objetos, ¡imagínense uno atiborrado de mercancía!
Llegué hasta el final del pasillo, me puse de cuclillas y observé, no había rastros del Jeoūx. Sentía como si estuviera solo. Por un instante no sabía si era el perseguidor o el que huye.
Las luces se atenuaron y hubo un mayor silencio. Era obvio que el lagomorfo estaba jugando con nosotros, ahora parecía más un espectáculo de terror que un juego de encontrar el tesoro.
Sigilosamente me trasladé a dos pasillos del mío. Viendo el largo tramo sin novedades por el que evidentemente no había estado mi presa.
Corrió uno del grupo, perdiéndose de nuevo al entrar en otro pasaje. El ruido se intensificó, era como si unas cacerolas se hubieran estrellado en el piso.
De inmediato estábamos todos los del grupo juntos, no supe ni en que momento me uní con los demás, ¿o ellos conmigo? Solo sé que nos encontrábamos perplejos viendo el desastre que había enfrente.
Las luces se apagaron casi por completo, dejando una luminosidad muy baja, a nadie pareció importarle. Nos encontrábamos tan concentrados que nos volvimos a dividir sin siquiera hablarlo.
En algún punto me encontraba totalmente agachado buscándolo debajo de todas las estanterías, pues sabía que tenía ruedas y se encontraría pegado al piso, aunque ya lo había visto trepar y brincar como si de un mono se tratara.
Frente a mí se encontraba un muy leve resplandor rojizo, era demasiado bajo como para ser percibido a más de un metro. Con la mejilla rosando el piso frío me movía lentamente y en silencio, podía observar las piernas de los demás que andaban suavemente y en cuclillas, tan ensimismados en su objetivo, un ser robótico no más grande que un perro mediano, pero con suficiente inteligencia como para ser él quien juegue con nosotros.
Me era imposible saber en donde estaba, el rubor no desaparecía. Desprendí un poco la cabeza y pude percibir un ligero ruido, como el gruñido de un animal que se encuentra amenazado, en ese instante recordé que había sido mi idea agregarle ese detalle.
Giré por instinto, a mi espalda se encontraba el Jeoūx. Puedo recordar la cara de asombro y temor que tenía aquel ente, los dientes de castor amenazantes y el chillido que lanzó al ver mi ágil movimiento. Eso me dio un impulso que nunca había sentido, haciendo que me levantara como si yo fuera un animal salvaje, para volver a sentirme torpe al ver como se escabullía mi presa por debajo del estante.
Los demás del grupo estaban igual de alertas que yo, pues en cuestión de segundos ya estábamos todos detrás de él, como si fuera un balón pateado y corriéramos para poder seguir el juego.
Recuerdo claramente la emoción que sentí cuando finalmente le dimos caza, es algo maravilloso que ningún otro juego nos puede dar.
Regresando a la realidad. Uno se siente mucho más tranquilo, pierde todo el estrés y se olvida de los problemas cotidianos. No hay mejor remedio que el Jeoūx.
Muy recomendado. No es solo un videojuego que te obliga a moverte, sino que la tecnología y la mente se unen de tal manera, que ayuda a mejorar nuestra calidad de vida.
Para el precio que tiene y las actividades realizadas, es algo que sale rentable, se puede hacer al menos una vez al año. Sirve mucho para favorecer la salud orgánica, mental y, ¿por qué no?, hasta sociable. Una vez que sales de ahí, los índices de violencia disminuyen mucho y eso afecta positivamente en la civilización.
Con Cariño A. P.