Absorción mortal.

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Un espacio yermo, siniestro y abandonado de casi toda civilización, a excepción de una familia que, por azares del destino, terminaron cerca del sitio espeluznante, a unos cientos de metros de la cima. La casita de los valientes habitantes tan solo era ocupada por un señor y su hijo, pues la esposa había fallecido, dejándolos solos y dependientes entre sí.


               Nadie de la comunidad se atrevía a ir más allá de esa tierra poblada. Había quien decía que lo que se encontraba en la loma, eran hombres lobo, algunos aseveraban con vehemencia que un vampiro muy poderoso yacía en aquel sitio, y uno que otro osado, confirmaba que se trataba de algo típico de las leyendas populares, como los chupacabras, brujas o espectros fantasmales.


               Los campesinos siempre iban armados, sin embargo, el más especializado en el tema, era el dueño de la parcela próxima al rincón alto y tenebroso. Poseía una escopeta para cazar cualquier cosa extraña que se acercara a sus cultivos o al ganado de su propiedad. Aquel señor no permitía que nadie fuera, para el espacio maldito, sin avisarle del posible y desafortunado destino al que se arrimaba.


               Los más audaces que se atrevían a cruzar el lindero peligroso decían que existían unas «catacumbas». En realidad, eso no era cierto, pero la comunidad lo mencionaba así por ignorancia.


Subiendo la colina, demasiado empinada y difícil de transitar por tantos obstáculos naturales, se encontraban unas ruinas casi destruidas por completo, nada espectacular, tan solo residuos de una cultura ya extinta y enterrada por los años.


               La leyenda más grande, y que alimentaba a las demás ideas sobre el misterio, era la de un joven que supuestamente llegó para investigar sobre los acontecimientos extraños. Parece que estaba creando un libro, un programa de televisión o un reportaje periodístico. Eso no era lo importante, aquel personaje raro no vestía como los demás pobladores, se notaba estudiado. Además, realizaba actividades inusuales, como escribir lo que otros decían y leer preguntas que tenía anotadas.


               Pasó días encuestando a los aldeanos sobre los asuntos paranormales, grabando y registrando lo que consideraba importante. Nadie sabe lo que trascribía, pues se desconoce lo que contenían aquellas pruebas que se perdieron para siempre. De cualquier manera, después de convivir con los campesinos, llegó finalmente a la última vivienda que sería donde terminaría su aventura. No fue ninguna sorpresa, para el dueño de la parcela, el hecho de que él llegara, pues ya había corrido la noticia de que un sujeto indagaba sobre lo que no debía.


               Como en cada casa a la que visitaba, lo primero que le pidieron fue que tuviera cuidado con lo que estaba haciendo, ya que se encontraba en lugares que no comprendía, sin contar que se entrometía con fuerzas más allá de la naturaleza. El joven seguía en su negativa, sobre los acontecimientos místicos, y persistía en saber que había en el cerro.


               —Oiga, tenga cuidado, no sabe en lo que se «tá» metiendo —dijo el señor mientras se terminaba su arroz con frijoles.


               —No se preocupe, don, sé sobre estos temas y nada pasará. Lo más probable es que simplemente sean leyendas urbanas y no se trate más que de una hacienda española vieja con mala reputación.


               El anfitrión tenía recelo de lo que decía su invitado. ¿Cómo era posible que fuera tan necio y se burlara de aquella manera de lo desconocido? Una falta de respeto total, de todas formas, estaba acostumbrado a brindar su ayuda a los que pudiera, pues así lo criaron. Además, si era bondadoso, tal vez lo que se encontraba colina arriba le permitiría seguir viviendo en esa casa tan cercana a su territorio y no le haría nada a la familia.


               —Como «uste» vea, joven, pero tenga cuidado. Ahí arriba hay algo, de eso estoy seguro.


               —Sí me lo han dicho, una especie de chupacabras, vampiro u hombre lobo.


               —No, joven, es algo más, yo diría que es el diablo.


               —Mañana lo sabré, ya en mi regreso le cuento lo que sucedió.


               —Ay joven, «pos» mucha suerte, que diosito me lo cuide.


               Esa noche se fueron a dormir. El señor y su hijo se quedaron en un mismo cuarto para mayor protección, al niño no le estaba permitido salir y ver al aventurero, esto por su propia seguridad. Ambos sabían que algo malo iba a ocurrir, había más viento y frío de lo normal, como si aquello del cerro supiera que se aproximaba su presa y estuviera preparándose para devorarlo. Mientras tanto, el temerario se hallaba sereno y con su libreta en mano, escribiendo lo que más tarde sería leído y destruido.


               Según lo que se cuenta, esa noche pasó sin mucho problema, lo único trascendental fue una especie de neblina pesada que cargaba el ambiente con una sensación lúgubre y triste, sobre todo dentro de la casa.


               Al siguiente día, el muchacho salió temprano y se fue con la bendición del señor. El dueño no lo acompañó más lejos del lindero de su propiedad, viéndolo con unos ojos melancólicos que le pedían que no cometiera aquel error. El joven intrépido subió con mucho esfuerzo la colina empinada y terminó perdiéndose en la distancia.


               Parece que lo hallado fue lo que esperaba el aventurero, una especie de ruina antigua destruyéndose sobre sí misma. Estuvo mucho tiempo excavando para entrar en los subsuelos y descubrir sus misterios.


               Los días demostraban que algo ocurría, cada vez se mostraba peor ese personaje testarudo, más obsesionado con lo que encontraba en la galería. Decía que había hallado objetos de incalculable valor, pintaba sus descubrimientos como una especie de cripta al más puro estilo de las pirámides egipcias. Los lugareños sabían que algo se escondía en las entrañas de esa construcción, pero no concordaban en que fuera un lugar sepulcral, más bien, la morada del mal.


               La historia, que él intuía, hablaba sobre una habitación subterránea de culto antiguo, un lugar donde adoraban deidades ancestrales de una época precolombina, mencionaba que casi todo era de piedra y que había sido elaborado desde hace mucho tiempo. Explicaba que, cuando llegaron los españoles, algo sucedió que hizo que le tuvieran miedo al recinto, y a lo que este implicaba. Por ese motivo construyeron una pequeña iglesia sobre aquel espacio, eliminando las malas prácticas y profesando su religión.


               Cada vez se adentraba más en las recámaras abandonadas por el tiempo. Volvía con un semblante distinto, su distracción aumentaba y se exhortaba en sus pensamientos.  Mostraba un enorme interés por el ámbito misterioso, hablando solamente de ese lugar, enfrascándose en que no se trataba de algo común de la historia, decía que no había nada escrito sobre algún tipo de evento similar en el pasado. Se dedicaba a investigar la forma en que habría sido usado, describiendo que tal vez esas piedras no eran para poner una deidad ahí, sino que había algo más.


               —Lo juro, don Juan, esa es una especie de lápida, no un lugar de culto como tal. ¿Cómo le explico? —Se quebraba la cabeza el joven—. Ese lugar está acomodado de tal forma que uno puede verlo de frente y te llama, te… —hizo una pausa y volteó a ver a su anfitrión— te observa, es como si pidiera que te sentaras en él, pero sin pedirlo, no se oye, pero se entiende que es lo que quiere. Es que… —volvió a observar el suelo, parecía que ahí residieran las respuestas— ¿Cómo se lo explico? No es una cosa nada más, es como una especie de trono. Sí, lo sé, no tiene sentido, pero debería de verlo.


               El señor sufría por dentro, no quería seguir escuchando aquello y ya quería deshacerse del extraño sujeto que cada vez empeoraba más de la cabeza, estaba seguro de que, lo que ahí habitaba, lo modificaba desde adentro. Creía que se lo estaban comiendo sin que él lo notara.


               —«Mijo», entienda, lo que ahí «ta» no es bueno, le está devorando la cabeza, créame, no es bueno.


               —¿Cómo cree, don Juan? Para nada, simplemente es la emoción de que encontré algo nuevo. ¿Sabe? De mí se escribirán libros al descubrir aquello, créame, es algo importante. Solo que… —unió sus brazos— hay algo más, no sé qué sea. —Volteaba a verse las manos, daba la impresión de que estuviera leyendo algo en sus palmas.


               Después de decir eso, no volvió a hablar. Se marchó a su habitación, cerró la puerta y permaneció en silencio. El hijo del señor se asomó por la ventana desde afuera y pudo ver que estaba escribiendo, sin parpadear siquiera, parecía que se encontraba en trance o que algo lo acababa de poseer. Seguramente las respuestas estaban en aquel diario. En ese momento, el niño se decantó por aprender a leer para conocer más sobre el extraño sujeto. Desafortunadamente, él y su padre eran analfabetas, pero su curiosidad lo impulsaba a conocer sobre lo que se escondía en la colina. Mientras pensaba en eso, el joven volteó, viéndolo con unos ojos muy abiertos y una mueca distinta a la que solía poseer, una mezcla de odio y determinación lo amenazaron desde el otro lado del cristal. Inmediatamente, el crío salió corriendo, sin olvidar jamás aquella imagen espeluznante.


               —Don Juan, voy a salir.


               —Pero si es media «nochi», ¿a dónde su supone que va?


               —A la cámara, creo que he descubierto el secreto.


               —Es peligroso «mijo». ¿Está seguro de lo que «ta» haciendo, no cree que sea harto peligroso?


               —No, para nada, solo es desconocido y por eso le temen, pero hay algo más y estoy seguro de que ya sé cómo resolverlo.


               Sin esperar respuesta, salió de casa, decidido a cumplir con su misión. A partir de aquel momento, no se volvió a ver al aventurero, pues no regresó ni tampoco lo encontraron. Solo quedaron algunas de sus pertenencias, las cueles fueron quemadas más tarde, por el miedo a que estuvieran malditas.


               Durante años fue motivo de misterio, cada poblador decía su propia historia. Desde que fue devorado por alguna criatura, hasta que fue llevado al infierno porque estaba tocando las puertas del mal.


               El señor que lo albergó no fue a buscarlo jamás, ni pensó en hacerlo durante el resto de su vida. Tan solo cotilleaba, de vez en cuando, del extraño tipo, sobre todo cuando estaba borracho y convivía con sus amigos. En cambio, el hijo era más curioso y menos temeroso, tal vez un poco similar al chico perdido.


Cuando el niño creció, le rogó a su papá que lo dejara ir a estudiar a la ciudad. A pesar de todo su esfuerzo, siguió recibiendo negativas, hasta que una vez se armó de valor y finalmente se escapó para hacer su propia vida.


               Logró aprender a leer y escribir a una edad más avanzada de lo normal, pero finalmente cumplió su cometido. Lamentablemente, sufrió mucho en una sociedad tan diferente, así que se tragó su orgullo y regresó a la granja de su papá, el cual tardó en perdonarlo, hasta que lo aceptó y le dio un trabajo, especialmente cuando se dio cuenta que era muy útil que no fuera analfabeta.


               Una tarde, cuando el papá había salido con sus amigos y no regresaría hasta el siguiente día, abandonó la casa, decidido a investigar sobre el joven y aclarar lo sucedido. Tal vez ese muchacho se había caído y nadie fue a ayudarlo por las supersticiones, dejándolo morir en la intemperie.


El sol iluminaba su camino, era la primera vez que se acercaba tanto al sitio maligno. Su corazón latía con mucha fuerza y algo dentro de él le exigía que regresara, pero su curiosidad lo impulsaba a seguir. Llegó a lo más alto de la colina, desde ahí alcanzaba a ver todavía su hogar. Echó un último vistazo y, con un soplido intenso, se despidió de la seguridad del camino. Siguió su travesía, pensando en aquel sujeto, en la cara que tenía y en los ojos que lo aterrorizaron esa última noche. Se acordó de la libreta que llevaba y de como la agarraba con una firmeza sobrehumana. Justo después de ese episodio, el aventurero desapareció. Pasaron dos días y, al no encontrar rastros del extranjero, la comunidad decidió que lo mejor era destruir todas sus pertenencias, sin embargo, aquel diario nunca apareció.


               Estaba seguro de que todas las respuestas estaban en la construcción de la que tanto hablaba el joven. Al menos, deseaba poder recuperar los escritos y saber que era lo que le carcomía el alma a esa persona. Iba reflexionando, ahora tenía una edad similar a la de aquel personaje. ¿Eso explicaba el motivo de la misma atracción a lo desconocido?


               A lo lejos se veía la capilla destruida, la reconoció al instante. Había trozos de muros que, en algún momento, tuvieron hermosos acabados blancos, pero ahora yacían colapsados sobre sí mismos. ¿Estaría haciendo lo correcto o se estaba poniendo en peligro? Creía que podía salir de ahí, puesto que el joven lo había hecho muchas veces, siempre había ido de día, hasta que se le ocurrió visitarlo de noche y nunca más se le volvió a ver.


               No parecía que nada estuviera fuera de lo normal, tan solo estaba él y su sombra, nadie más presente ni observándolo a la distancia. Era como cualquier otra parte del cerro, solo que con pedazos de hacienda destruidas entre una maleza semi desértica.


Se acercó lo suficiente para comprobar que no todo era lo que parecía. En uno de los lados había un montón de tierra que no se correspondía con la hacienda, pensó que tal vez alguien había tapado un hueco de manera rudimentaria.


               Recordaba, vagamente, que el joven había cavado para entrar en una especie de habitación secreta, lugar del que supuestamente nadie había escuchado. En teoría, fue allí donde encontró objetos valiosísimos y un altar, o algo así. Empezó a creer que lo que tenía hipnotizado al aventurero, y lo que le causaba todos los delirios que lo llevaron a su perdición, se hallaba ahí abajo.


               ¿Sería buena idea buscar el cuarto, en las entrañas de la construcción antigua? No estaba del todo seguro, el sol golpeaba su espalda y amenazaba con ocultarse dentro de unas horas, tal vez lo mejor sería volver y regresar otro día más temprano, no vaya a ser que el fantasma del joven lo aceche en la oscuridad.


               Probablemente solo eran supersticiones. En la ciudad escuchó que la gente se burlaba de eso y de los ignorantes que seguían creyendo en leyendas, especialmente de la gente de rancho, como él.


Tomó valor y regresó a su casa por una pala, volviendo lo antes posible para evitar la cumbre del día. Traía sudor en toda la frente, pero eso no le impidió seguir con su cometido.


               Más de una hora después, seguía sin encontrar nada de interés. Su mente continuaba divagando con las historias del pasado, las leyendas que se crearon en torno al aventurero perdido y de como toda la información, referente a él, fue destruida. Nunca nadie fue a buscarlo, ni de la ciudad, ni del pueblo. Tal vez el joven se había ido de regreso sin avisar, quizá alguien lo amenazó y salió despavorido para nunca más volver. Cualquier situación era posible, ahí radicaba el problema, no sabía realmente lo que había sucedido. Después de tantos años, la mirada torcida del muchacho seguía recorriendo sus recuerdos y lo obligaba a continuar cavando.


               Algo asomó, de un color oscuro y azulado, pero lleno de tierra. Se agachó, limpiándose los chorros de sudor que demostraban su enorme esfuerzo y determinación. En efecto, se trataba del diario de aquel sujeto. Así que no era una mentira la llegada del extranjero, algo había sucedido aquella noche, quedando ese libro sepultado desde el momento en que perdió a su dueño.


               Lo sacó como si fuera un animal herido que necesitaba los mayores cuidados inmediatos, lo cubrió con su camisa y se marchó a casa. Esa misma noche lo leería con calma, estando solo dentro de un sitio seguro, pues ya comenzaba a oscurecer. Tal vez encontraría respuestas a los sucesos que acabaron con el joven.


               Después de tantas horas releyendo su contenido, y de analizar el dibujo que se realizó en su interior, tomó una decisión inesperada. No sabía si estaba cayendo bajo las ideas de las cuestiones sobrenaturales, solo quería proteger a su comunidad, especialmente a su papá.


Hizo una hoguera en la pradera y lanzó el diario estropeado por la tierra y los años. Dejó que se quemara toda la información recopilada, destruyendo lo último que mantenía los hechos de aquella noche penumbrosa.


               No le comentaría a nadie lo que decían esas páginas, guardándose para sí lo que sabía que se hallaba en el interior de la hacienda con su capilla vieja y derruida. Tal vez por ese mismo motivo los españoles trataron de tapar lo que ahí se ocultaba, sepultándolo con edificaciones europeas.


               En ese instante, dejaron de existir los registros arduos del joven, de toda esa información que parecía tan importante para la antropología, pero que era de mal augurio para la comunidad circundante. Nadie del pueblo supo jamás lo que hizo aquel niño curioso que fue a estudiar a la ciudad para aprender a leer.



 

He pasado mucho tiempo estudiando las leyendas y mitos de la gente del pueblo como parte de mi investigación de campo y, debo de admitir, por una curiosidad innata que tengo por dichos sucesos extraordinarios y místicos, que me he adentrado en lo más profundo de las creencias acerca de la tierra maldita, la cual es casi un misterio por completo.


A pesar de todos los años que tengo indagando sobre las costumbres de la región, nunca había oído de algo tan extraño y enigmático como lo que ocultan los pueblerinos. Me cuesta mucho trabajo sacarles la información, casi siempre me piden que me detenga porque me estoy metiendo en cuestiones que no comprendo. En realidad, solo son supersticiones del poblado que se han ido modificando con el pasar de las generaciones y que, probablemente, se hayan inventado en la época revolucionaria para mantener alejadas a las personas de la zona.


Me cuentan historias de lo más inconexas, desde el chupacabras hasta los vampiros, los cuales son diametralmente opuestos en cuanto a la cultura, uno es inventado en el país y el otro deriva de naciones muy lejanas que no tienen relación alguna con el ambiente. Eso sin mencionar los hombres lobos y otros seres mitológicos igual de extraordinarios y falsos.


Por cierto, también me llegaron a comentar que lo que habita, en lo más alto del cerro, puede llegar a ser algo como un diablo o un ser maligno que no tiene forma, este termina haciendo sucumbir a los infortunados que osan meterse donde no deben. Una anécdota curiosa, sin mencionar nada más, lo característico es que no hablan de un animal o personaje físico, sino algo incorpóreo, fuera de eso, sigue siendo el mismo hecho, pero maquillado de distinta manera.


A todos los que he investigado, y cuestionado, han mostrado recelo con mi persona. Es evidente que no soy bienvenido dentro de sus terrenos y que desean, con todas sus fuerzas, que me vaya de inmediato. Pues temen que mi presencia modifique la atmosfera, o algo por el estilo, y eso cause un daño mayor a la comunidad.


Por el momento me estoy quedando en la casa más cercana a ese sitio extraño, al parecer, aquí habita la persona más abierta del tema y de quien he obtenido más información. Aunque me ha demostrado que tiene miedo, pues siempre trata de hablar lejos de su hijo, como si lo estuviera protegiendo de esa forma.


Mañana iré por primera vez al cerro, a pesar de todas las advertencias, he decidido ir. Escribo esto por si algo me llegara a pasar, no creo que haya algo sobrenatural que pudiera causarme algún problema, sin embargo, desconfío de la naturaleza. Puede que sea presa de animales o me pase algo sobre la colina, como resbalarme o, en fin, lo que realmente me preocupa es que vaya a haber un aldeano que me ataque por meterme en lo que consideran peligroso.


He vuelto, era un sitio de lo más extraño, todo ahí se percibía tétrico y con toques siniestros. No era, para nada, un espacio tranquilizador de alguna manera.


Empezaré con el inicio. El terreno tenía una pendiente muy pronunciada y amplia, llena de vegetación seca y descuidada, muy silvestre y abandonado. En la parte inferior se encontraba la única vivienda que colindaba con el yermo. Pasado ese trecho ya no había rastros del pueblo.


Más tarde que temprano, me encontré con las ruinas, sabía que ahí había algo, debido a la investigación que tenía de la demografía y la historia regional, así que eso no me tomó por sorpresa. Traté de hallar una forma de entrar a la fortaleza, pero todo se había derruido sobre sí mismo, desde hace tantos años, que me fue imposible siquiera intentar mover los escombros.


Después de unas cuantas vueltas y de curiosear lo desquebrajado del edificio, pensé que sería buena idea andar, cuidadosamente, por las zonas que pudieron haber sido una entrada. Mi experiencia me indicaba que lo mejor era ir palpando, dando pequeños golpes con el pie, los rincones que daban indicios de que la tierra había sido absorbida por una cámara.


No tardé mucho tiempo, todavía había mucho sol, cuando encontré un sitio que se deslavó hacia el interior de manera rápida, así que se trataba de un umbral que no estaba por completo sellado.


Rápidamente, usando mis manos, hice un hueco. Alumbré con mi linterna, preparada para la ocasión, y me tumbé sobre mí mismo, finalmente observé el abismo.


Creo que «abismo» sería el término correcto, lo que alcancé a ver fue polvo, que me hizo toser, y un par de cristales que brillaban a lo lejos. Esas piedrecillas estaban ofuscadas por el terregal que había caído al interior, al parecer, de un par de metros de altura. Me era imposible determinar que eran esas cosas. Seguí viendo fijamente aquello, no estoy seguro, pero creo que eso parpadeó.


Sé que es algo imposible, pero de inmediato sentí como un aliento que venía desde el interior, me entró una sensación que no había tenido desde que era un chiquillo. Me creí sumamente vulnerable, percibiéndome a mí mismo en un entorno oscuro, totalmente alejado de mis padres, sin saber si hay una bestia de compañía.


Sin pensarlo y de manera irracional, me levanté. Solo que resbalé levemente y casi caí de golpe al fondo, no creo que mi cuerpo hubiera podido entrar. Aun así, me imaginé que unos robustos brazos tomarían los míos y me halarían dentro del abismo.


Me senté a descansar en una roca a lo lejos, vigilando cautelosamente esa entrada que seguía igual de inerte que siempre.


Que bobo me sentí en ese momento.


Como soy un hombre de ciencia, aunque sea social, sé que no debo de seguir con mi investigación si no estoy del todo apto emocionalmente para el trabajo.


Hoy volveré a ir. Tal vez no sea la mejor idea seguir escribiendo esto para mí, puesto que yo siempre sabré a que día me refiero cuando escribo «hoy», en fin, hoy volveré a ir.


Fecha: 30 de marzo del 2024.


He vuelto de mi expedición. Hay nuevas noticias.


No es tan tétrico como había visto. La pequeña entrada estaba otra vez sellada, esta vez me tomó menos tiempo volver a abrirla. En el interior ya no estaban esos minúsculos brillos, en realidad, no los percibí porque la nueva tierra que quité era más fina y había causado una neblina más densa. Ironías de la física.


Tomé un par de rocas y comencé a estrellarlas sobre sí mismas, de esa manera tendría una especie de pala para cavar. Aunque le pude pedir una pala al dueño de la casa, ya no quería meterlo en más problemas, sé que no le gusta hablar conmigo. Lo que menos deseo es que me corra de su casa.


Con mucho esfuerzo comencé mi faena, aunque después de un tiempo me tuve que ir, aunque parezca absurdo, la realidad es que me había dado hambre.


Fecha: 31 de marzo del 2024.


Continué con mi faena, sin novedades, apenas podía meter un pie, aunque seguía sin tocar el piso. Los ojos brillantes continuaban vigilándome, si no los veía por mucho tiempo, no me hacían nada.


Pero, debo de admitirlo, aunque esto me cause pena. Al final me quedé viendo fijamente aquellos destellos lejanos, quería solamente saber de qué color eran con exactitud, o de que estaban hechos, pero, otra vez sentí la especie de respiración seca e inanimada que provenía del interior.


Como estaba infundado en miedo nuevamente, regresé a casa.


Fecha: 02 de abril del 2024.


No he avanzado mucho, tan solo un par de puñados de tierra, similar a dos cubetas.


Quería contar que ayer hablé con el dueño, sigue insistiéndome que no continúe con mis actividades, pero él no sabe que esos ojos brillantes me llaman, tampoco me animo a contárselo.


Consejo para los futuros investigadores que vengan a la zona. Pidan el pozole de la comunidad, es muy bueno, aunque tiene trozos de cerdo casi completo, lo cual es repulsivo, aun así, vale la pena.


Fecha: 03 de abril del 2024.


Finalmente puse un pie en el montículo de tierra que se alza sobre la cámara, solo que lo removí rápidamente porque me dio la sensación de que algo me tomaba del talón.


Fecha: 04 de abril del 2024.


Mañana no trabajaré, es el festejo de la comunidad y veré las actividades desde lejos. Ellos no me quieren y tampoco me gusta interrumpir demasiado en sus costumbres.


Fecha: 07 de abril del 2024.


Han concluido los festejos, nada fuera de lo común, solo me muestran las supersticiones que ya sabía y que había investigado, aun así, es grato seguir viendo el folclor de épocas antiguas que continúan hasta nuestros días.


Fecha: 09 de abril del 2024.


No he escrito mucho, me he dedicado casi por completo a sacar toda la tierra que he podido, ya me entra medio cuerpo. Ha sido una faena sumamente agotadora. Voy solamente de tarde, pues en las mañanas y noches hace mucho frío.


Me hubiera venido muy bien un pasante, solo que no sé si lo hubieran aceptado también en la casa donde me quedo.


Fecha: 10 de abril del 2024.


Entré en cólera y desesperación, volví al inicio de mi diario y descubrí que ya llevaba más tiempo del que me hubiera gustado. No sé cuanto más me aceptará el dueño de la casa, así que lo mejor es ser más rápido en mis actividades.


Con la roca que había usado de pala, comencé a golpear con fuerza un poco más allá del hueco, hasta que finalmente colapsó el techo. Al principio no pude ver nada, de hecho, me tuve que alejar por miedo a caer en el precipicio. Cuando todo se calmó, después de lo que me pareció una eternidad, debido a mi impaciencia, me asomé con cautela.


Ya me era posible entrar libremente, lo curioso es que ya no brillaban tanto los ojillos misteriosos. Lo que deduzco es que, al entrar ahora más luz, se reflejaba con menor intensidad la que emitía desde mi linterna, así que se diluía la luminosidad que me regresaba.


Eso aclaraba una de mis absurdas supersticiones que había acarreado de los pobladores, de que fuese un ente o algo maligno lo que ahí habitaba. La luz me demostraba que se trataban de simples objetos arqueológicos que siguen las leyes de la física y no escapan al mundo natural.


El resto del tiempo preparé el terreno para poder bajar y entrar a la ruina con más facilidad. Luego salí para encontrar algo con lo que tapar ese hueco que acababa de crear y evitar que se volviera a llenar.


Como ya era de noche y no me era conveniente investigar el interior de la recámara por miedo a un derrumbe, regresé a la casa del dueño.


Su hijo me vigila, siento que es un muchacho más curioso de lo normal. Me recuerda un poco a mí.


Fecha: 11 de abril del 2024.


Hoy fui más temprano, quería aprovechar el mayor tiempo posible dentro de la caverna. Sé que es una cámara antigua, pero suena lindo decirle por ese nombre.


En fin, llegué a los pequeños objetos brillantes, estos eran parte de la pared, dos pequeñísimas gemas de color verde que estaban incrustadas como decoración. Es evidente que esa sala subterránea era usada con otros propósitos que los meramente civiles.


Después de quitar muchas piedras y objetos derruidos sobre sí mismos, hallé más cámaras, al parecer el recinto era una especie de iglesia centro ceremonial prehispánico. Aunque la fachada del exterior, si la reconstruía con mi mente, era una especie de hacienda religiosa española, lo que se hallaba abajo se trataba de algo creado por pueblos indígenas de hace varios años.


Será interesante seguir investigando.


Fecha: 15 de abril del 2024.


No me he sentido bien para continuar con mi diario. He tenido un trabajo terrible quitando los escombros de las cámaras, a veces me sentía como una hormiga haciendo un hormiguero…


Empiezo a creer que la cantidad de polvo, y agentes tóxicos antiguos, comienzan a hacerme daño en los pulmones, aunque cuando llego a la casa del campesino, todos mis malestares se quitan, excepto la pesadez mental y el cansancio, así que prácticamente llego a cenar y a dormir.


Mis descubrimientos han sido minúsculos, especialmente si los relaciono con mis objetivos. Casi todo está destruido. He hallado vasijas, platos y pequeñas figuritas de barro, todo muy típico de la región, pero nada lo suficientemente bien conservado como para que tenga un valor real, pues si lo intento limpiar tan solo se verá como una piedra raspada, en lugar de un objeto antiquísimo.


Fecha: 17 de abril del 2024.


De vez en cuando tocaba las pequeñas gemas, era como si ese fuese mi punto de apoyo. Tal vez por eso se mantenían relativamente pulidas y resplandecientes, pero, si yo era de los primeros en tocarlas después de tantos años ¿Por qué no estaban opacas por la tierra?


Lo importante es que me sentía seguro tocándolas, hasta que noté que una de ellas se hundió un poco, así que la inspeccioné de cerca. La tierra exterior estaba un poco más blanda que el resto de la recámara, lo que me demostraba que el polvo no tenía mucho de haberse permeado ahí, me refiero a que había algo más bajo las capas de tierra.


Limpié con cautela los alrededores y me hallé una especie de pared de adobe, resulta que esas gemas pertenecían a una cámara sellada toscamente hace mucho tiempo.


Todo ese día me dediqué a limpiar la pared y descubrir que las gemas anteriormente habían sido cubiertas por la pared, pero que algo, tal vez un temblor, hizo que se cayeran los ladrillos de adobe que la sepultaban y por eso quedaron a la intemperie.


Fecha: 20 de abril del 2024.


Volví a leer mi última entrada, era tan evidente que yo mismo me respondí a mi pregunta prejuiciosa. La caída de los ladrillos de adobe explicaba lo reluciente y reflejante de los ojos fugaces.


En fin, tomé la decisión de tumbar la pared, pues el resto de las recámaras no me daban más valor a mi investigación. Con fuertes patadas, aunque no lo crean, logré destruir la base de la pared de adobe, no quise hacer un hueco más grande por el miedo a que la edificación se viniera abajo.


Adentro estaba casi completamente vacío, aunque iluminaba con mi linterna, no veía más que un conducto con pequeñas rocas opacas y alguna que otra estalactita. Sin duda, esa sí que era una caverna.


Logré entrar con esfuerzo. Ahí apenas podía permanecer en pie, pero me sirvió para caminar con cautela.


El pasillo era sumamente largo, angosto, húmedo, rocoso… era muy difícil de cruzar, pero al final encontré una pared que era distinta, justo donde todo el conducto terminaba.


Esta pared parecía haber sido cubierta por una especie de arcilla fresca que se secó en un conjunto de rocas sobre puestas, algo muy rudimentario, sin duda alguna.


Quité un poco del adobe y descubrí la pared de rocas. El resto del día me dediqué a buscar algunas que estuvieran un poco más sueltas y que me permitieran ingresar sin el miedo a que fuera sepultado. Lamentablemente no tuve suerte, solo dejé un espacio más amplio para ver esas rocas.


Fecha: 21 de abril del 2024.


Hoy casi muero, empecé a golpear una de las rocas de la esquina inferior derecha, hizo un ruido profundo y casi me veía a mí mismo debajo de la pared de rocas. Debo de ser más cuidadoso.


Fecha: 24 de abril del 2024.


Finalmente logré quitar un par de rocas, mientras intentaba hacer lo mismo con una tercera, usando mis cálculos mentales de física básica, hubo un pequeño deslave y cayeron varias de golpe, afortunadamente solo mi pantalón quedó prensado. No tardé mucho para liberarme, pero sí que me costó calmarme después de todo. Es gracioso que hace tres días creía que iba a morir y hoy casi se cumple.


Pequeña nota extra, siento que algo más, que simple curiosidad, es lo que me llama del interior de la caverna.


Fecha: 25 de abril.


He iluminado una cantidad insalubre de tiempo el interior de la caverna, casi siempre me la pasaba observando artículos que impulsaban mi imaginación. Quería estar seguro de poder pasar sin tener que destruir la entrada ni de dañar lo que había dentro de la cripta.


Fecha 27.


Hoy estoy muy feliz, logré hacerme paso y observar todas las reliquias casi intactas. Parece que los antiguos pobladores consideraban ese lugar como un espacio sagrado, como si fuera una tumba egipcia, sin duda, estaba ante un acontecimiento trascendental.


De entre los objetos que encontré, se hallaban vasijas, platos, figuritas de mujeres regordetas como si fueran diosas de fertilidad, pequeños cacharros que no podría describir, y piedras preciosas como los ojillos que me hablaban desde el comienzo.


29 abril 24.


Creí que había hecho lo más importante, lo cual era juntar todos los objetos valiosísimos. Ahora que me acuerdo, también encontré trozos de tela roídos y casi desechos.


En fin, creía que ya lo tenía todo, pero no había vislumbrado la otra recámara. Su entrada era muy angosta y estaba atrás de una especie de trozo de madera polvorienta y podrida, al principio pensé que era una mesa que habían puesto en pie o que era simplemente más barro que servía para que hicieran sus pinturas los viejos pobladores.


Lo sé, deducciones absurdas de una cultura ya extinta.


Lo importante es que quité la tabla, en realidad se rompió con el esfuerzo que hice.


Dentro de la recámara angosta de dos metros cuadrados y sin salidas, ahora sí revisé bien todo el espacio, no había más que un trozo de lápida apilada sobre una placa, ambas partes eran de roca sólida y bastante gruesa. Lo curioso, y que más me llamó la atención, es que, en la parte vertical de la roca, en sus laterales, estaban algunas figurillas que nunca había visto y que no correspondían con ninguna sociedad antigua, ni siquiera con los artilugios que había hallado en la antecámara.


Dejaré un dibujo de como es el «trono», a pesar de que ya le tomé fotos, es mejor tener un registro físico por si algo llega a pasar.



30.


Hoy he luchado intensamente contra mis impulsos, algo me dice que me tengo que sentar ahí, pero no quiero hacerlo.


No hay nada más que estalactitas y rocas sucias en la recámara, tan solo el trono es lo que destaca del lugar.


3 mayo.


Finalmente he cedido a mis impulsos, siento que algo ha cambiado en mí, ya no me siento el mismo de antes. Estoy más desconcentrado, ya no me interesan los artículos de afuera ni su incalculable valor arqueológico, tan solo me importa conocer lo que me ofrece el trono.


¿De quién era? ¿Por qué está ahí? ¿Por qué tantas precauciones en mantenerlo escondido? ¿Qué hizo que los españoles lo sepultaran bajo una iglesia? ¿Es un lugar maligno? ¿Ahí es donde descansa el vampiro, hombre lobo, el diablo o el fantasma que acecha las ruinas? ¿Es una tumba?


No puedo pensar en nada más, no creo que haya algo ahí sepultado, he inspeccionado hasta el mínimo detalle y la roca se ve muy firme.


Se siente fría cuando me siento en ella, como si fuera mi casa.


El niño me observa, no confió en él, debo de irme para que no me siga espiando.


5 mayo creo que entiendo que es parece que ahí vive un ser de otra dimesion


no estoy seguro pero creo que quiere que me siente con el


mayo todavía creo que 30 no he vuelto a la casa he vivido como he podido en el cerro ahora mi casa radica con el. no se el tiempo como trancurre a veces creo que estoy en casa señor y solo es un sueño aero ya nada es seguro


no se que dia es pero algo me esta absorbiendo estoy perdiendo batalla ya casi no tengo lucidez apenas escribo en penumbra mi mente ditstocion debo dejar diario prosperirar no caer todavía


diario encargo que me cuides y dejjo constancia de escitos de lo que me paso ,


he perdido dijo diaro en entrada cerrade pa no deja anadi mor en mi citacion es ciero poblad aqi vivi vampido y serd etereos ahora perteneco al trno me sentare par ocupar luga


descansar eterna en trono que me absorbera


firm co carño 





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