Pueblo pesquero.

Leyenda de cangrejos.


No muy lejos de aquel enigmático sitio, que dejó maravillado a Oscar, se encontraba un valle amplio. Dejaron de descender, la vegetación variaba un poco. Seguro se encontraban cerca de la playa.


            —Son las grutas del cangrejo… —estaba diciendo Laura. Oscar no se había percatado del momento que había comenzado a hablar—. Se supone que ahí habitan varios de estos animalitos que vinieron desde el puerto, por alguna extraña razón salieron de la playa y viajaron más de diez kilómetros hasta que hicieron de estas extrañas grutas su nido. ¿Pueden creerlo? Si venimos más tarde, seguro encontramos a varios de ellos, son negros, un poco ciegos y brillan mucho si los iluminan…


            ¿Será algo cierto?, Oscar sabía que se trataba de una especie de misterio sin resolver y que había muchos detalles que causaban intriga en las personas de la antigüedad, por alguna razón, se creaban estas leyendas y mitos llenos de simbolismos ocultos que nadie planeaba darle solución, solo divagar e inferir conclusiones cada vez más fantasiosas.


            —Laura… ¿sabes más de la historia de estas cavernas? —Oscar se mostraba más despierto e interesado en la plática, era la primera vez que participaba desde que se habían subido al auto.


            —Claro, trabajo en el hotel, debo de saber los atractivos turísticos para los huéspedes. Tenemos unos diez kilómetros antes de llegar a Puerto Maya, ¿quieren que les cuente la leyenda? Es muy divertida —añadió. Oscar vio que sonreía desde el retrovisor.


            —¡Sí!, me gustan los cuentos —dijo alegremente Alberto.


            —Yo también quiero saber la historia… me gustaría pintar algunas de esas criaturitas.


            —No se diga más, les contaré la historia de las grutas del cangrejo… Hace muchos miles de años, antes de que los pobladores llegaran aquí, este sitio era todavía más inhóspito y salvaje, todo estaba lleno de vegetación y fauna, no había nada, ni una pisada de alguna persona. Totalmente natural. —Oscar se veía interesado, están contando la historia del inicio de la población que estaban a punto de conocer.


            »Un día llegaron unos aventureros, eran pescadores que se habían perdido en una tormenta la noche anterior, no sabían dónde estaban ni cómo regresar a su hogar. Según cuentan, ellos fueron los primeros pobladores de Puerto Maya, tenían un lenguaje distinto al de nosotros. —Eso explicaría porque el nombre es la combinación de dos léxicos.


            »Con el tiempo lograron asentarse a la orilla del mar, sobrevivían de lo que pescaban y de los cocos que la naturaleza les regalaba. Empezaron a prosperar y a formar una pequeña villa. —Oscar dudaba. ¿Cómo unos pescadores formaron una villa? ¿Qué no eran todos del mismo sexo o familiares o cuántos eran para poder continuar la especie sin problemas?


            »La colonia se llamó Kaajal jats'utsil, que en el idioma antiguo significaba «pueblo de pescadores». Varias generaciones después era un pueblo casi tan bonito como lo es hoy en día, pero todavía estaban muy apegados a la vida marina, eran pocos los que se atrevían a cruzar los límites de la playa… hasta que un día, un niño fue corriendo a contarle a su pueblo que había visto una roca negra que se movía y le indicaba un camino, todos pensaron que era un espíritu que venía de sus ancestros y que les quería enseñar el regreso a casa.


            »Varios adultos fueron con aquel niño hasta donde había visto la roca espiritual, pero no la pudieron encontrar, sin embargo, no se iban a dar por vencidos, las personas querían saber sus orígenes que poco a poco habían comenzado a olvidar después de varias generaciones. Durante muchos días estuvieron regresando al lugar de la aparición, pero la roca mágica se negaba a aparecer.


            »Una noche, una mujer muy triste salió con una especie de antorcha a rogarle a aquel espíritu que le mostrara el camino a su casa, ella era una de las personas más viejas y que más recuerdos conservaban de sus antepasados, pero comenzaba a olvidar y no quería perder sus raíces. La mujer caminó por la exuberante vegetación, guiada por la tenue luz de su antorcha hasta que se iluminó algo a lo lejos, era una estrella negra en el piso de la selva, lo más hermoso que había visto jamás. Sin dudarlo, corrió atrás de la estrella y se dio cuenta de que estaba en una gran constelación, había miles de estrellas brillando y bailando bajos sus pies, estaban por todas partes, se movían rítmicamente y… en efecto, le estaban enseñando un camino.


            »La mujer con lágrimas en los ojos siguió a la más hermosa de las estrellas negras, hasta que desapareció en la oscuridad. Desesperada volteó a ver a las demás compañeras brillantes y comprobó que todas se escondían en una especie de vórtice muy oscuro, ni siquiera la luz de la antorcha era capaz de apaciguar tal noche que se tragaba hasta la más hermosa de las estrellas negras.


            »Temerosa, pero con paso firme, caminó hasta donde la vista le permitía. Pronto se encontró con un hueco gigantesco en el piso, era todavía más hermoso y maravilloso que lo que había visto hace poco. Dentro del cráter, en cada una de las paredes, había un cielo idéntico al que se encontraba sobre ella. Similar a estar flotando en el espacio, rodeada de miles de estrellas que se mueven y danzan al ritmo de la luz de su antorcha. La mujer quedó estupefacta, no tenía forma de explicar lo mágica que era aquella sensación, algo totalmente inefable.


            »Con lágrimas en los ojos, se fue adentrando a lo más profundo del cielo. Las estrellas comenzaron a rodearla, eran frías a pesar de lo brillantes que se veían. Aparte de acariciarla con sus brazos, hacían un ruido armonioso como las olas del mar, sumamente majestuoso, pensó ella. Fue en aquel momento que tuvo una epifanía y por fin resolvió el misterio que aquejaba a su pueblo, la duda a su eterna pregunta: ¿De dónde venimos? Estaba tan claro como esas luminiscencias que la envolvían.


            »Nosotros venimos de las estrellas, venimos de la tierra, somos hijos de la naturaleza… dicho esto, la mujer permitió que los espíritus la regresaran con sus familiares, a su origen. En el centro de la tierra, rodeada de estrellas, cedió su voluntad y se unió con el universo, se fusionó con sus antepasados y volvieron a ser uno.


            Todos se quedaron callados, incluida Laura que fue quien contó la historia. Lo único que se escuchaba era el auto recorriendo aquel camino terregoso. Seguro todos estaban tratando de encontrar esas estrellas en el piso. ¿Cómo es que no habían visto ninguna cuando pasaron sobre las grutas? ¿A quién se le ocurrió construir un camino justo sobre este acantilado? ¿No se supone que es un lugar sagrado? ¿Por qué contaminarlo con una construcción vehicular?


            —No es cierto, ¿verdad? —Adriana rompió el silencio.


            —Es una leyenda, los pobladores lo creen, al igual que muchos turistas. Lo mejor es mostrar respeto y culto a estas ideas, para no ofender al pueblo. —¿Eso que significaba?


            —No entiendo ¿Cómo una piedra negra va a ser una estrella? ¿Por qué hacían ruido? ¿Qué no eran cangrejos? —Alberto estaba muy confundido, al menos seguía bien su camino al manejar.


            —Son anécdotas antiguas, folclor coloquial, creencias del pueblo. —Laura trataba de explicar lo que para los Virtus no tenía razón.


            —Permíteme que lo explique, Laura —se apresuró a decir Oscar, que estaba confundido, pero sabía más del tema.


            »Creo que sé de qué hablas. Es una leyenda, ¿cierto? —«Ajá», respondió desde el asiento del copiloto—. Son narraciones extraordinarias con muchos significados inexactos que se adecúan a las necesidades de la gente, dan un sentido de unidad y compañerismo entre los pobladores. Antes eran necesarios este tipo de relatos para darle sentido a casi todo lo que no podían comprender, fue así como iniciaron las religiones y las mitologías, con el tiempo, esto sirvió para que las personas fueran menos hostiles entre sí y poder hacer civilizaciones más grandes y duraderas.


            »Era una forma de evolución social que fue necesaria durante miles de años, hasta que poco a poco se fueron descubriendo varios de los misterios que durante generaciones aterraban a los humanos. Como lo dice la historia de la gruta de los cangrejos, buscaban respuestas para poder sentirse parte de una comunidad y continuar con sus vidas de una manera más fácil. —Alberto volteaba por el retrovisor, seguía dubitativo.


            »Las costumbres ortodoxas fueron decayendo y se quedaron como simples creencias con simbolismos ocultos, creando cultos secundarios o conspiraciones inexactas, todavía buscando soluciones a nuevas preguntas.


            »En la época de la supuesta tecnología, es decir, donde nos encontramos ahora, hubo una explosión de ideas, muchas religiones fueron expuestas a toda la población mundial, al igual que la información que se iba descubriendo, finalmente se rompieron las bases que unificaron a la población de humanos desde su ascendencia primate. Me refiero, gracias a estas ideas impresionantes, con múltiples significados y sin referencias exactas, los antiguos primates lograron evitar sus diferencias y generaron grupos más fuertes que hicieron posible la evolución a humanos. Nosotros hemos derrumbado estas bases, con los conocimientos y la comunicación que tenemos, digamos, que ahora son virtuales, no necesitamos creer que existen misterios absurdos con ideas extrañas que dan sentido a la vida, nos basta con saber que somos una misma especie y que nos debemos respetar porque es lo mejor para todos, aunque eso signifique el sacrificio de uno mismo.


            »Metafóricamente, una sociedad es como un cuerpo humano, si un grupo de células muta, pueden generar cáncer, si se llega a expandir, es probable que muera el ser. Nosotros nos sacrificamos por el bien de todos, para continuar con la vida.